La esperó con la comida que a ella le gustaba. Puso la mesa con el mejor mantel que tenía, colocó una rosa roja en el centro y aguardó a que llegara su ex mujer. No era una cita romántica. Era una trampa. Lo que sigue es el final de una sangrienta historia de violencia de género. Ese mismo día, 19 de noviembre de 2013, Nora Cristina Frías, de 51 años, llegó en camilla al hospital Centro de Salud con severos golpes y una feroz fractura de maxilar inferior izquierdo, producto de ese fatal encuentro con su ex marido.
Nora estuvo tres meses sin poder hablar ni masticar y con dificultades para tragar y respirar. Había perdido la simetría de su rostro. Con una prótesis de titanio le reconstruyeron el maxilar en el servicio de Cirugía de Cabeza y Cuello. Pero lo que más tiempo le llevó fue volver a recuperar sus funciones masticatorias, de habla y deglución. Todo esto fue un logro de la Unidad de Fonoaudiología del hospital Centro de Salud, cuyo equipo celebra hoy el Día del Fonoaudiólogo.
Descartar traumatismo auditivo fue lo primero que se hizo con Nora en el servicio de audiología. Ella fue su primera paciente. No tenía lesiones. “Los casos más comunes del servicio son otitis media, acusia, traumatismos acústicos por exceso de ruido excesivo y examen de aptitud”, explica la jefa de la Unidad de Fonoaudiología, licenciada Patricia Olleta. Nora concurrió tres veces a la semana al hospital, durante más de dos años. Se la trató en forma articulada con kinesiología, odontología, audiología, foniatría y psicología, además de concurrir, por su problemática, al Observatorio de la Mujer que funciona en el mismo hospital.
“Lo primero que recibí en el servicio de foniatría fue contención, que era lo que yo necesitaba, porque estaba destruida internamente. No podía hablar y la licenciada Lucrecia Gómez fue mi sostén”, sostiene Nora mirando a la fonoaudióloga. Las dos se sonríen. Parecen amigas más que paciente y profesional. “En el consultorio me hacían masajes en el maxilar, ejercicios para recuperar el ritmo de mi respiración y articular. En casa ejercitaba las vocales”, detalla. Fue un largo proceso. “No podía comer, cortaba la comida en pedazos pequeños, como para un bebé. Iba a comprar algo y nadie me entendía, tenía que escribir en un papel lo que deseaba. Los primeros tres meses fueron muy duros”, recuerda la paciente de 51 años.
Nora tampoco podía expresarse ni entender. Estaba bloqueada por lo que había ocurrido con su ex pareja, con quien compartió cinco años de horror. Además se le había complicado con una hemiparesia facial (pérdida del eje de la cara y cruzamiento de boca) que llevó a trabajar aún más los músculos.
Después de varios meses de ejercicios, masajes y tratamientos, Nora volvió a hablar: “poco a poco volví a tener una buena comunicación y a integrarme con los demás”. “En general todos los pacientes llegan al servicio con un componente emocional”, señala la licenciada Olleta.
Lucrecia y Fabiana Autino, también del equipo, agregan que el servicio atiende, además, casos de disfonías y nódulos en las cuerdas vocales, entre otras patologías.
El equipo que ayudó a Nora se completa con María Lourdes Fredes, especialista en disfagia. “En general rehabilitamos pacientes internados, específicamente con aquellos que tienen disfagia o sea dificultades para tragar -explica-. Son casos comunes, por ejemplo, entre quienes están mucho tiempo sometidos a respirador artificial y presentan dificultades en las capacidades deglutorias y del habla. El paciente debe retirarse de la internación con todas sus capacidades recuperadas y preparados para recuperarse en consultorio externo”.
Nora fue dada de alta hace apenas dos meses. Va a extrañar tantos años de acompañamiento. Pero está contenta porque ahora tiene más tiempo para dedicarles a sus “hijos del corazón”. Son 18, todos vecinos del barrio Sutiaga, donde ella vive. Aunque todavía le quedan tres materias para terminar la secundaria, ellas les enseña a leer y a escribir, los ayuda a hacer los deberes y les prepara la merienda, aunque no siempre le alcanza su sueldo de empleada doméstica para comprar las tortillas. Al hospital sólo vuelve para visitar a sus amigas, las fonoaudiólogas.
Los trastornos de la comunicación tienen solución
El Día del Fonoaudiólogo se celebra en conmemoración de la primera entidad científica fonoaudiológica argentina (Asalfa), creada el 12 de mayo de 1948. La fonoaudiología es una rama de la medicina recuperativa que trata los problemas de la comunicación humana, referidos al desarrollo de la voz, el habla, el lenguaje y la audición. La secretaria general del Colegio de Fonoaudiólogos, licenciada María Eugenia Ovejero, señala que la función del fonoaudiólogo es habilitar, rehabilitar y prevenir los diversos trastornos y alteraciones de la comunicación humana, ya sea en neonatos, niños, adolescentes, adultos y adultos mayores. Su función puede ser desempeñada tanto en salud como en educación.En salud, la fonoaudiología aborda alteraciones por causas orgánicas o neurológicas, como fisuras labio-palatinas, alteraciones de comunicación post traumáticas, alteraciones de comunicación post accidente cerebro vascular, trastorno secundario del lenguaje y disfonías, entre otros. En lo educativo, lo más conocido en el área es el Trastorno Específico del Lenguaje (TEL). También se abordan cuadros que pudiesen repercutir en el aspecto educativo y social, como son los trastornos fonéticos o dislalias, la tartamudez, hipoacusia, trastornos del lenguaje secundarios y otros.“El objetivo de los abordajes terapéuticos es mejorar o potenciar habilidades comunicativas y mejorar la calidad de vida de las personas, por sobre todo en el aspecto social, ya que el paciente al superarse tanto como niño y como adulto podrá integrarse de mejor manera a su entorno, ya sea escuela, familia, amigos y trabajo”, indicó Ovejero.El Colegio de Fonoaudiólogos funciona en Rondeau 535, desde hace 35 años. Es una asociación civil sin fines de lucro, cuyo fin es ordenar el ejercicio profesional, la representación institucional, la defensa de los intereses profesionales de los colegiados y la protección de los consumidores y usuarios de los servicios de los asociados.